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viernes, 23 de octubre de 2015

EL HUERTO DEL COLE

Decían y contaban las leyendas que allí donde había un huerto había alegría y prosperidad, por supuesto siempre aliados con los dioses del sol , Horus, Ra y Hathor y la diosa  luna,  Coyollxauki, como la conocían los aztecas ,sin ellos no podremos ver esas semillas brotar. Los nómadas dejaron de serlo y empezaron a asentarse, gracias a uno de sus grandes descubrimientos que fue el cómo y dónde cultivar.



De generación en generación se fueron perfeccionando las técnicas de cultivo, tanto de regadío como de secano, los productos evolucionaron de una manera abismal para favorecer todo tipo de cultivos y ayudar al terreno a que fuese más rico. De esta manera crecieron y crecieron las siembras en todos los lugares de nuestro jugoso y productivo planeta tierra.







Nuestro colegio Sei, no podía faltar a la cita con el medioambiente y nuestros alumnos no podían dejar escapar la oportunidad de sentirse partícipes de un proyecto tan especial y dinámico como la creación de nuestro propio “huertito”, así entonces, nos pusimos manos a la obra.




La primavera del Sei caminaba desubicada, desconsolada y abatida por todos los rincones, el rey sol le preguntó que le pasaba mientras con su mirada maniatada le respondía que un huertito en su vida faltaba. –No te preocupes primavera mía, - le respondió el sol con alegría, antes de  que acabe tu fecha y venga el estío, tus deseos y anhelos reinarán en uno de estos rincones.



Obedeciendo y guiados por nuestro astro,  todo el mundo se puso a trabajar, el lado elegido para su nacimiento sería en noreste del Sei, detrás del pabellón de infantil. Las malas hierbas y rastrojos secos así como el terreno árido se transformaron en una tierra fértil y hermosa dispuesta a adoptar a sus cuatro bancales que darían luz y vida a nuestro especial “huertito”, de esa manera tan mágica se dieron vida a Gregor Mendel, Carlos Lineo, Adolf Engler y TeoFrasto y las primeras semillas de las lechugas, tomates, cebollas, pepinos y plantas aromáticas adornaban de ilusión cada momento de nuestro cole por  verles crecer y crecer. De esta manera se consumó la vida y el treinta de abril nació  y abrió los ojos nuestro huertecillo





Obviamente las traviesas  y audaces aves estarían dispuestas a atacar a las primeras semillas, pero como todo buen huerto siempre habrá su fiel espantapájaros vigilando, así que nosotros no podíamos tampoco dejarle a la intemperie y desolación, y nuestra espantapájaros llamada Sole, ataviada con el chándal de nuestro cole y su mágico sombrero de paja haría las labores de vigilancia  de  cualquier intruso en nuestro “huertito” .





La primavera dejó de estar triste y desconsolada , sus llantos de pena y desgana se transformaron en lágrimas de alegría y júbilo, pero antes de que llegase la sequía y las torturadoras olas de calor  a partir del próximo veinte de junio , pidió el último deseo al rey Sol:
-          Cuando aparezcas, que sea para iluminar y ayudar a mis bancales a ir creciendo , ¿Me lo prometes?
No te preocupes, que así lo haré y cuando vuelvas el próximo año por tus fechas podrás apreciar cómo ha crecido y que hermoso estará tu huertito, mis niños y niñas del Sei lo van a regar, le van a dar de comer  y  no temas, que estará bien mimado y cuidadito.

Así entonces, la primavera echó a caminar, su mirada sólo era hacia delante y ya nunca más quiso volver atrás, …………… deseando ya que llegase el primer añito de su querido “huertito”.

Enrique Ruiz y Javier López

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