De generación en
generación se fueron perfeccionando las técnicas de cultivo, tanto de regadío
como de secano, los productos evolucionaron de una manera abismal para
favorecer todo tipo de cultivos y ayudar al terreno a que fuese más rico. De
esta manera crecieron y crecieron las siembras en todos los lugares de nuestro
jugoso y productivo planeta tierra.
Nuestro colegio Sei,
no podía faltar a la cita con el medioambiente y nuestros alumnos no podían
dejar escapar la oportunidad de sentirse partícipes de un proyecto tan especial
y dinámico como la creación de nuestro propio “huertito”, así entonces, nos
pusimos manos a la obra.
La primavera del
Sei caminaba desubicada, desconsolada y abatida por todos los rincones, el rey
sol le preguntó que le pasaba mientras con su mirada maniatada le respondía que
un huertito en su vida faltaba. –No te preocupes primavera mía, - le respondió
el sol con alegría, antes de que acabe
tu fecha y venga el estío, tus deseos y anhelos reinarán en uno de estos
rincones.
Obedeciendo
y guiados por nuestro astro, todo el mundo
se puso a trabajar, el lado elegido para su nacimiento sería en noreste del Sei,
detrás del pabellón de infantil. Las malas hierbas y rastrojos secos así como
el terreno árido se transformaron en una tierra fértil y hermosa dispuesta a
adoptar a sus cuatro bancales que darían luz y vida a nuestro especial
“huertito”, de esa manera tan mágica se dieron vida a Gregor Mendel, Carlos
Lineo, Adolf Engler y TeoFrasto y las primeras semillas de las lechugas,
tomates, cebollas, pepinos y plantas aromáticas adornaban de ilusión cada
momento de nuestro cole por verles
crecer y crecer. De esta manera se consumó la vida y el treinta de abril
nació y abrió los ojos nuestro
huertecillo
Obviamente las traviesas y audaces aves estarían dispuestas a atacar a
las primeras semillas, pero como todo buen huerto siempre habrá su fiel
espantapájaros vigilando, así que nosotros no podíamos tampoco dejarle a la
intemperie y desolación, y nuestra espantapájaros llamada Sole, ataviada con el
chándal de nuestro cole y su mágico sombrero de paja haría las labores de
vigilancia de cualquier intruso en nuestro “huertito” .
La primavera dejó
de estar triste y desconsolada , sus llantos de pena y desgana se transformaron
en lágrimas de alegría y júbilo, pero antes de que llegase la sequía y las
torturadoras olas de calor a partir del
próximo veinte de junio , pidió el último deseo al rey Sol:
-
Cuando aparezcas, que sea para
iluminar y ayudar a mis bancales a ir creciendo , ¿Me lo prometes?
No te
preocupes, que así lo haré y cuando vuelvas el próximo año por tus fechas
podrás apreciar cómo ha crecido y que hermoso estará tu huertito, mis niños y
niñas del Sei lo van a regar, le van a dar de comer y no
temas, que estará bien mimado y cuidadito.
Así
entonces, la primavera echó a caminar, su mirada sólo era hacia delante y ya
nunca más quiso volver atrás, …………… deseando ya que llegase el primer añito de
su querido “huertito”.
Enrique
Ruiz y Javier López
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